Haciendo que la relación recursos-resultados sea asumida como una relación
causa-efecto, tan mecánica y gestionable como la caída de una piedra.
Porque para conseguir los objetivos, se entiende que se deben realizar los
procesos de trabajo pre-definidos, de acuerdo con aquellos que los van a
realizar; la cantidad de veces
previstas; y, con la capacidad de trabajo necesaria para que el cliente interno
y externo reciba el producto y el servicio que se le promete.
No gestionar la causa por la que se consiguen los resultados, tiene la ventaja
de vivir dando explicaciones de por qué no se han conseguido.